Los trabajadores temporales son expertos cualificados, contratados temporalmente para un determinado proyecto. Entre estos trabajadores se incluyen los contratistas, los autónomos y los consultores.
Dirigir una empresa exige una inversión significativa y los costes de mano de obra son de los más elevados. Para mantener su competitividad, muchas organizaciones necesitan formas de mejorar la eficiencia de la plantilla con menos gastos. La respuesta pude ser optar por trabajadores temporales, como consultores, autónomos o contratistas independientes, además de otros profesionales que trabajen en proyectos de forma puntual.
Los trabajadores temporales, distintos de los empleados temporales (que suscriben un contrato a través de una agencia de empleo temporal), son, por lo general, expertos altamente cualificados que operan en sus campos específicos. Estos trabajadores temporales se contratan para proyectos específicos, en lugar de cumplir con obligaciones generales.
Aunque trabajen para tu empresa, técnicamente, los trabajadores temporales no son tus empleados. Las siguientes tres distinciones resultan importantes y han de tenerse en cuenta:
Los empleados, ya estén contratados a tiempo parcial o a tiempo completo, prestan sus servicios de forma permanente; sus contratos no especifican una fecha de finalización en concreto. Los trabajadores temporales, por el contrario, son personas contratadas puntualmente durante un periodo limitado o hasta la finalización de un proyecto específico. Una empresa no está obligada a mantener relación laboral alguna con el individuo tras la conclusión del proyecto o el vencimiento del contrato.
Los empleados de una organización pueden recibir beneficios e incentivos empresariales, pero no es el caso de los trabajadores temporales. Sí que pueden recibir ciertos beneficios, pero no a través de la empresa para la que trabajen. Si se contrata a un trabajador temporal a través de una agencia externa, es probable que la empresa de dotación de personal sea la que proporcione los beneficios.
Por lo general, los trabajadores temporales se clasifican en una de estas dos categorías: contratistas independientes que facturan su trabajo o empleados que prestan sus servicios a través de una agencia externa. En cualquier caso, tu empresa no es responsable de la retención o el pago de los impuestos laborales, lo que incluye el impuesto sobre la renta o las cotizaciones a la seguridad social.
Los beneficios que aporta la contratación de trabajadores temporales son, en su mayoría, financieros. Una empresa no tiene que retener ni pagar impuestos por el trabajador, ni tampoco ofrecer vacaciones ni bajas pagadas, ni ha de ofrecer beneficios sanitarios u horas extra. Esto permite ahorrar costes laborales y administrativos relacionados con la nómina y los RR. HH.
Un trabajador temporal también puede facilitar mayor flexibilidad. Si la carga de trabajo resulta excesiva para los empleados de una organización, un trabajador temporal puede servir para realizar el trabajo adicional según sea necesario. Una vez que el volumen de negocios disminuye o la necesidad temporal se ha cubierto, la empresa y el trabajador temporal cesan su relación. Esto ayuda a evitar costes adicionales, como los que implican la contratación de más empleados en plantilla, que luego habría que despedir o cuyos salarios deberían seguir pagándose sin necesidad cuando la actividad disminuya. La capacidad de escalar fácilmente sin tener que soportar una plantilla mayor a la necesaria una vez que la demanda disminuya es una ventaja importante que aporta la contratación de trabajadores temporales.
Por último, los trabajadores temporales brindan sus capacidades y conocimientos, los cuales podrían faltar en tu propia organización, especialmente si hay un proyecto único en marcha que debe completarse. Los trabajadores temporales pueden contratarse en atención a estas habilidades especiales, que pueden resultar esenciales para un proyecto actual o futuro, aunque no necesarias para la actividad habitual de la empresa.
Aunque la contratación de trabajadores temporales aporta varios beneficios, también existen desafíos a considerar. Una de estas desventajas es que los responsables a menudo tienen menos control directo sobre los trabajadores temporales. Estos, a menudo, establecen sus propios horarios y se encargan de gestionar sus propios proyectos. Cualquier demanda específica de disponibilidad o cumplimiento de procesos debe describirse claramente en el momento de la contratación; de lo contrario, el trabajador temporal tendrá la libertad de cumplir con sus obligaciones como desee. Para algunos responsables, esta falta de control directo puede suponer un problema.
Los trabajadores temporales también pueden plantear desafíos en lo relacionado con la lealtad, el compromiso y la propiedad. En términos generales, los trabajadores temporales se dedican a sus proyectos, no a la empresa en sí. Como pueden trabajar para más de una empresa a la vez, es posible que no sientan el impulso de trascender sus obligaciones contractuales mínimas para garantizar el éxito de tu empresa.
Además, existen riesgos fiscales en lo que respecta a la contratación de estos trabajadores; la documentación fiscal puede resultar compleja y confusa, y si un empleador contrata accidentalmente a un empleado como contratista, puede terminar afrontando multas y sanciones considerables, además de pagar impuestos laborales, si corresponden. Cuando contrates los servicios de trabajadores temporales, ten en cuenta que si la relación profesional cambia y el trabajador pasa a incorporarse a la plantilla, deberás actualizar su información fiscal según corresponda.
Existen tres categorías principales de trabajadores temporales: consultores, mano de obra temporal y contratistas independientes.
Un consultor es un experto en su campo y asesora a las empresas en su ámbito de experiencia. Normalmente trabajan en campos o sectores muy especializados o complejos, como marketing, estrategia empresarial o propiedad intelectual. Como todos los trabajadores temporales, no son empleados; sin embargo, a diferencia de muchos de estos trabajadores, operan con gran independencia y, por lo general, no ejecutan las labores para las cuales orientan o facilitan estrategias.
Por lo general, las agencias externas facilitan los servicios de los trabajadores temporales, si bien siguen trabajando en el lugar donde se les asigna el trabajo. La asignación puede durar desde horas hasta meses, en función de las necesidades laborales de la empresa. Las organizaciones que necesitan escalar su capacidad en atención a un aumento temporal de la demanda o que precisan de habilidades especializadas para un proyecto a corto plazo pueden utilizar trabajadores temporales para satisfacer estas necesidades sin incorporar empleados a la plantilla permanente.
En esta categoría encontramos consultores, autónomos y contrataciones por obra o servicio; es decir, trabajadores que prestan sus servicios sin la intervención de firmas de consultoría o agencias de dotación de personal. Son trabajadores por cuenta propia que ofrecen sus servicios al público o a organizaciones. Son responsables de todas las tareas laborales y no pueden recibir beneficios empresariales.
Independientemente del tipo de trabajador temporal que contrates, es importante crear procesos de incorporación y salida bien estructurados para facilitar estas transiciones. La incorporación y la salida de la empresa pueden resultar complejas, por lo que resulta esencial comenzar con una visión clara de los objetivos, los interesados y el ámbito de aplicación. Un enfoque por fases logra todo esto más rápidamente, lo que ayuda a desarrollar una perspectiva adecuada conforme se escala.
- Investigación y planificación
- Búsqueda de mano de obra
- Selección
- Incorporación
- Development
- Salida
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