Entre los procesos de negocio, el de incorporación de empleados es único y, al mismo tiempo, prácticamente universal. Casi todas las empresas de cualquier sector integran algún tipo de proceso de incorporación. Sin embargo, y como es natural, en cada una de ellas este proceso presenta unas características propias. Lo que sí es común a todas es la importancia de tener un proceso de incorporación eficaz que agilice la integración del nuevo empleado en la cultura y valores de la empresa, y que le permita convertirse rápidamente en un miembro productivo.
Dejando aparte los procesos de contratación y entrevistas, la incorporación constituye básicamente el primer contacto que el nuevo empleado tiene con la empresa. Es, ante todo, su primera interacción ya en calidad de empleado.
La primera impresión resulta fundamental: si la experiencia no está a la altura de las expectativas o si el proceso de incorporación es confuso y desorganizado o no sigue un plan ni un procedimiento formalizados, esto puede influir negativamente durante todo el tiempo de empleo. Por el contrario, un proceso de incorporación eficaz ayudará al nuevo empleado a arraigarse en su trabajo, a comprender la cultura de la empresa y adoptarla, a establecer relaciones beneficiosas, así como también a esclarecer sus objetivos y expectativas.
Por último, un proceso de incorporación optimizado puede contribuir a aliviar el trabajo de RR. HH. y descargar así este importante departamento para que pueda dedicar más tiempo a otras tareas.