Tradicionalmente, la gestión de asuntos ha consistido en la gestión de todas las actividades y estrategias relacionadas con la contratación de asesores externos y la facturación electrónica. Sin embargo, en muchos casos, esto no era suficiente. En el enfoque moderno de la gestión de asuntos legales se incluye todo el abanico de tareas que se originan en los procesos legales internos de la empresa, incluidas investigaciones, reclamaciones, cumplimiento, disputas, litigios, contratos, propiedad intelectual, así como los aspectos más comunes asociados con los sistemas de gestión de asuntos externos. Al abordar todos los asuntos legales como asuntos internos, la empresa puede priorizar y asignar mejor las tareas. Así, en ocasiones la empresa podrá asignar determinadas tareas, que de otro modo se encargarían a asesores externos, a sus equipos internos de abogados o a equipos específico de servicio.
La gestión interna de los asuntos describe procesos y herramientas que ayudan a los equipos de operaciones legales a optimizar la prestación de servicios legales.
Al estructurar la fase de admisión de las cuestiones legales, resulta posible recopilar por adelantado datos importantes del servicio legal, lo que reduce la ineficacia y las interacciones innecesarias entre los empleados y el equipo legal. Además, mediante la creación de un solo espacio de trabajo central en el que revisar las solicitudes y completar tareas complejas, estos equipos pueden proporcionar una gestión más rápida y precisa.
En resumen, la gestión de asuntos permite a las empresas abordar y resolver de manera rápida, fiable y coherente los problemas legales internos.